Barbate es un pueblo pesquero, que tradicionalmente ha mirado al mar y lo ha convertido en su modo de vida. Una buena forma de conocer la idiosincrasia del pueblo barbateño es pasear por su puerto pesquero, testigo del auge económico y el declive del sector pesquero. Sin embargo, todavía pueden verse en el muelle algunos barcos de los que compusieron la gran flota de pesca barbateña, como supervivientes de otra época.

La visita al puerto pesquero merece la pena por estampas tan típicas como la de los remendadores de redes arreglando las artes a pie de muelle o las gaviotas sobre las aguas tranquilas. También merece la pena un buen madrugón para visitar la lonja del puerto y ver la subasta del pescado recién capturado por los barcos de cerco de Barbate. En la lonja es fácil encontrar sardinas, boquerones, jureles y otras especies en las que se sientan las bases de la gastronomía barbateña.

Otra de las paradas obligadas en el puerto pesquero para el visitante es la capilla de Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros y de Barbate, que le rinde homenaje una vez al año a mediados de julio con la feria de su festividad. A esta capilla acuden no solo las gentes de la mar, sino todos los barbateños y devotos de la Virgen a depositar flores. La pequeña capilla se sitúa en el muelle en una hilera de estancias para guardar las artes de pesca.

 

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